I
La casa veraniega es fantástica, aunque la faltan unas
cuantas sacudidas para que se vea espectacular. Me alegro haberte hecho caso y
aceptar tu propuesta de pasar el verano en el sur. Me siento más tranquila y el
aire fresco del bosque está limpiando mis pulmones del aire contaminado de la
ciudad, además es perfecta para estar en
soledad; los vecinos están a miles de kilómetros de distancia y no se escucha
nada más que los pájaros y las hojas de los árboles batiéndose por la brisa
cálida. Si te soy sincera Laura, cuando
me propusiste esto al principio me pareció una mala idea, por el hecho de que,
como tú ya me conoces, soy una criatura de la ciudad a la
que le encanta el sonido de los autos y ver a las personas apresuradas,
también me he preguntado muchas veces por qué con el oficio que ejerzo prefiero
el bullicio al silencio, pero cada quien nace y desarrolla un estilo diferente
de ver el mundo y no tengo respuesta para esta incógnita, solo que, ahora
gracias a tu insistencia, he descubierto un nuevo mundo que me hace muy bien.
He venido con Brandy, ¿recuerdas a la cachorrita que te
asustó cuando entraste a mi departamento? Bueno, es una pastor alemán
hermosísima y se ha convertido en mi fiel compañera. Ya recién ha cumplido los
cinco años, está enorme y es toda una
juguetona. Con decirte que ayer, cuando recién llegué a la casa, pasé todo el
día instalándome y desempolvando un poco, se había hecho tarde y ya oscurecía.
Yo estaba agotada, entonces la muy graciosa se apareció en la casa con un
animal entre el hocico y las cuatro patas cubiertas con lodo. Es comprensible
su emoción ante aquel extraño espécimen que nunca vio en la ciudad, todo a su
alrededor es nuevo y parece gustarle. Me tuve que armar de valor para lanzar al
animal medio muerto –una enorme lagartija –, afuera y bañar a mi inquieta y
desordenada mascota. Te confieso que la limpieza de la casa y la exploración de
los alrededores me han distraído de mi oficio principal. He tenido varias ideas
para unas buenas historias, pero no llego a concluirlas, es como si el bloqueo
en mi mente aún estuviese intacto como en la ciudad. Tal vez necesito un poco
más de tiempo, mientras tanto he pasado estos días ordenando y limpiando;
hacerlo me ha ayudado a sentirme en orden conmigo misma y es fantástico, poco a
poco iré saliendo de mi bloqueo depresivo y angustiante que casi me quita la
vida.
II
Estas noches se han vuelto insoportables para mí. El lago
que lamentablemente está cerca a la casa tiene pequeños pozos en los
alrededores, como te dije en mi carta anterior, la casa necesita unos arreglos
y también la orilla del lago que tiene pequeños habitantes muy molestos y
detestables. La mayoría ranas, renacuajos y quién sabe qué otro detestable
animal están cantando todas las noches y no me dejan dormir tranquila. Anoche
por ejemplo, sentía que me gritaban en el oído, ¿y cómo no sentirlo? Si ni siquiera
hay un pequeño ventilador que me ayude a ignorar los sonidos de la naturaleza.
Hoy
me acerqué al pozo más grande tratando de encontrar a mis enemigos del sueño,
pero al parecer son muy astutos ya que se habían marchado u ocultado en alguna
parte invisible de aquel lugar asqueroso. Ahora mi querida amiga ya puedes
entenderme. Por esta clase de cosas es que prefiero la ciudad; allá se escucha
el bullicio de los carros en fila, las risas de niños en los parques, los
portazos de los otros departamentos, las discusiones, la televisión encendida y
la radio. Ruidos de los que ya me he acostumbrado, soy completamente inmune a
aquellos “espantosos ruidos” como tú y las demás suelen decirles. Pero aquí soy
inmune al más simple y delicado chirría de un grillo y el croar de una rana, y
lamentablemente no puedo hacer nada para cambiarlo.
Olvide
comentarte algo muy extraño que vi en la orilla del lago, descubrí una especie de
huella, muy rara para ser de algún animal del bosque. No soy experta en el tema
de las huellas pero esta tenía una forma muy peculiar, no puedo describirte
exactamente cuál, pues mi querida Brandy se lanzó a correr por la orilla
invitándome a jugar y borró la huella con sus patitas, pero puedo afirmar que
el animal era grande, solo espero que no sea peligroso.
III
He
pensado en algo que puede sonar muy cruel, pero estoy analizando si sería mejor
cubrir los pozos con tierra, ya no puedo más, es como si cada vez, más
animalitos se unen a la sinfónica del lago. Estoy desesperada, nunca se cansan
y cuando lo hacen ya es muy tarde para mí y término trasnochada. Esta vez
cantaban como locos desesperados lo más alto posible, a veces sonaban
como si fuese un sonido sintético, mecánico y chirriante, ni la almohada
tapando mis oídos era suficiente.
Hoy
hace un día espectacular, el sol cálido y brillante junto al susurrar de la
brisa, decidí ir a dar un paseo con Brandy, quien ya conocía muy bien el
terreno y deseaba explorar mucho más allá. No estoy segura hasta que distancia
llega la limitación de las propiedades pero caminamos mucho y fuimos muy lejos.
Todo era hermoso, los árboles bailaban al ritmo del viento y se calentaban del
invierno pasado. Extendí una manta sobre la tierra plana y le di a Brady su
bocadillo. Respiré profundamente deleitándome con el aroma de la naturaleza y
tomé una pausa, buscando la palabra adecuada para iniciar mi historia o mejor
dicho mi novela. No la tengo muy bien concretada pero ya estoy armándola poco a
poco. No puedo contarte mucho, pero por los momentos alégrate por mí. Te
prometo que te escribiré cada vez que pueda y cuidaré de la casa, no te
preocupes.
IV
El
día anterior me distraje tanto en mi escritura que ya anochecía cuando me di
cuenta. Llamé a Brandy pero no se apareció, pensé que había regresado sola a la
casa así que guardé las cosas y caminé apresurada. De regreso sentía que
alguien me seguía, giré imaginando que era Brandy, pero no había nadie, solo el
bosque vacío lleno de árboles y tierra. Llegué a casa y aún tenía la sensación
de que me observaban, tal vez me he vuelto vulnerable a la vida entre la
naturaleza o la soledad ya me está afectando. No encontré a Brandy por ninguna
parte y empecé a preocuparme.
Transcurrió la noche en silencio, ni un solo ruido por parte de las ranas ni
los grillos, habría apreciado mucho esa noche de no ser porque mi querida
mascota se había perdido, lo único que podía hacer era dormirme y descansar.
Hoy
me dediqué a buscar a Brandy. Pasé la mañana caminando y llamándola por los
alrededores. Imaginé que se había perdido explorando mucho más en el bosque, no
quiero ni pensar que estuvo jugando en el muelle de madera y cayó al agua y..,
¡Dios! No puedo ni decirlo, mi pobre
Brandy, seguro está hambrienta y pérdida en algún lugar virgen de este bosque
frondoso. No puedo adentrarme mucho para
buscarla, tengo miedo de perderme yo también. Solo me queda la esperanza de que
volverá guiada por su sentido de orientación perruno –si es que lo tienen –. Ya
no me gusta la idea de estar completamente sola en un lugar donde nadie más
puede escucharme. Antes lo podía llevar
porque tenía a Brandy, pero ahora me siento muy aterrada. Es perturbante estar
alejada de la civilización y de las reglas que la controlan, me siento insegura
y observada, deseo irme de inmediato.
V
En estos momentos te escribo a la luz de una vela. Al parecer
los cables de la luz hicieron corto circuito y me dejaron en las penumbras. Estoy
pensando en volver a la ciudad, pero no quiero abandonar a Brandy, el tan solo
hecho de imaginármela volviendo a casa, completamente hambrienta y agotada, con
la esperanza de que me volverá a ver y para su decepción, descubra que no hay
nadie en casa, me parte el corazón. Sería algo inhumano y me niego rotundamente
a hacerle algo tan atroz.
Confieso que estoy asustada, últimamente he sentido que me
observan, debo sonar como una loca. Recién me tomé un calmante para dormir un
poco. Unas horas atrás, antes de que se fuera la luz, vi algo afuera, las
cortinas son delgadas así que me pareció ver una sombra asomada en la ventana.
La piel se me había erizado, tenía miedo de ir a revisar, pero me llené de
valor y salí. En ese instante, la luz de las lámparas y los bombillos se apagaron
y me quedé allí parada en el porche, en la total obscuridad, ni la luna se
asomó a brillar, estos últimos días el clima ha estado extraño, sin explicación
alguna, es verano y hay nubes grises en todo el cielo. Pero el clima es lo que
menos me preocupa. Sabes que no soy una persona religiosa y mucho menos creo en
esas historias de espantos y fantasmas, sin embargo, el ambiente que me rodea
en estos momentos me incomoda a sobremanera. Todo está obscuro a excepción de
mi mano y la carta que ilumina la pequeña vela que encontré en la gaveta de la cocina, la
brisa no para de arremeter contra las puertas y ventanas haciendo que rechinen
y golpeen contra la casa constantemente.
Hace un momento tuve que interrumpir mi carta. Había
escuchado en la puerta principal rasguños extraños y muy aterrada fui a ver. Para mi felicidad y asombro, se
trataba de Brandy, en cuanto la vi la abracé con fuerza y cariño, me disculpé
con ella por el hecho de haberla llevado al bosque y dejar que se perdiera. La
llevé a la cocina y llené su plato de comida hasta el punto del desborde. Se lo
comió todo y con desespero, luego se fue a su rincón a descansar de sus días
extraviada. Me di cuenta que estaba limpia, extrañamente había llegado a casa
sin una gota de barro en el pelaje, me pareció raro pues pasar tres días en el
bosque era exponerse, al menos, un poco
al polvo o al charco. No me preocupé, estaba feliz por su regreso y ya la brisa
ni el rechinar de las ventanas y la madera me darían miedo otra vez. Regresaré
a casa muy pronto.
VI
Laura, siento mucho lo que voy a escribir en esta carta.
Recientemente he notado a Brandy diferente, me gruñe cada vez que me acerco.
Esta mañana destrozó el bote de basura de la cocina y mi intento por regañarla
acabó en un escape hacia el baño para evitar que me mordiera. Estuve allí
encerrada durante una hora, estaba aterrada, pero decidí sacarla de la casa.
Conseguí llevarla afuera, pero alcanzó a morderme en la mano. Estoy sangrando
todavía… No sé qué le pasó a Brandy pero no es la misma de antes. En estos
momentos me siento muy mal, siento extrañas sensaciones; miedo y desespero
mezcladas. Solo puedo decir que todo lo hice por defensa propia.
Después de llevarla afuera, no paraba de ladrarme y de
gruñir –como si de un completo extraño se tratara –. Parecía estar furiosa y no
paraba de golpear y de rasgar la puerta con las patas. Me fui a la cocina para
lavar la herida y la enrolle con una toalla. Estaba decidida a irme, así que
caminé hacia la sala para buscar las llaves del auto, en ese momento, la puerta
se abrió. Me di la vuelta y vi a Brandy con el pelaje erizado, el rostro
contraído y los colmillos y dientes afuera. Su hocico espumeaba y me paralicé.
Ella corrió hacia mí y de un enorme salto me lanzó de espaldas contra el suelo.
Desesperadamente intenté cubrir mi rostro y el cuello con los brazos, ella
mordía y rasgaba sin piedad, esa era una perra desconocida, no mi Brandy, no
ella.
La golpeé fuertemente en el hocico, ella lanzó un
chillido de dolor y tuve la oportunidad de quitarla de encima. Me levanté y
corrí hacia la cocina buscando cualquier cosa para defenderme. Tomé el cuchillo
y ella me mordió en la pierna, justo en el gemelo derecho –ni te imaginas lo
doloroso que puede llegar a ser la mordida canina–, el dolor fue insoportable y
caí al suelo nuevamente, pero esta vez boca abajo. Tenía rasguños y sangres por
todas partes. Brandy se me fue encima intentando, con más violencia, morderme
el cuello. Entonces, me giré con el rostro tapado y con el cuchillo fuertemente
tomado, lo clavé con fuerza en la parte baja de su cuerpo. Lanzó un chillido
estrepitoso y se lanzó al suelo de costado a dar vueltas de dolor y desespero.
Luego de un corto tiempo, se había quedado quieta, me acerqué con las mejillas
empapadas de lágrima y sangre, pero en
cuanto intenté ponerla sobre mi regazo para despedirme y consolarla en sus
últimos minutos, me rugió con fuerzas y casi alcanza a morderme otra vez en la
mano. Me alejé horrorizada. Aún no me recupero muy bien de lo sucedido. Mi
cuerpo no paraba de temblar y estoy tan adolorida que me cuesta caminar y mover
los brazos.
El auto no funciona. Maldije a los cuatro vientos.
Intenté encontrar la causa de su avería y no podía creer lo que había
encontrado. En cuanto abrí el capó, me paralicé al darme cuenta que alguien
había cortado los cables de corriente. Se me hizo un hueco en el estómago y
miré alrededor –no estaba sola– había alguien más allí, tenía razón al sentirme
observada, porque realmente me observaban. Vi hacia el bosque y descubrí un
cuerpo, era extraño, no lo pude definir con exactitud ya que se había movido
con agilidad para ocultarse detrás de un árbol –¿Quién eres?– le grité,
intentando parecer serena, pero por dentro me moría de miedo. No contestó así
que volví a la casa, cerré y bloqueé todas las puertas y ventanas. Aproveché la
luz del día para buscar más velas e iluminarme en la noche. Volvería a pasar
otra noche en este maldito lugar.
VII
El teléfono dejó de funcionar y ya no hay luz en el cielo.
Estoy atrapada en este lugar desconocido y alejado y estoy expuesta al acechó
de algún desconocido. Esta puede ser mi última vez que te escribo, porque lo
que vi puede ser imposible y a la vez aterrador, o tal vez llegues a creer que
estoy alucinando. La casa estaba
envuelta bajo las penumbras de las velas. Me pareció que lo mejor era quedarme
a vigilar y mañana temprano me iría a pie y dejaría todo a la suerte. Mientras
observaba cautelosamente hacia afuera, algo paso delante de la ventana en la
que estaba asomada y puedo confirmar que aquello no era humano. Su cuerpo era
muy delgado y alargado. Era alto y gris, su piel brillaba a la luz y parecía
muy babosa. Me lancé hacia atrás por el reflejo de susto, enmudecida de terror.
Luego de pocos segundos la manija de la puerta empezó a girar, lenta y
cuidadosamente el pomo se movía. Aquella cosa no me había visto en la ventana,
pensó que estaba en mi habitación o leyendo un libro, pensó que no tenía idea
de su existencia y que podía acecharme como lo estuvo haciendo los últimos
días.
La puerta se abrió, yo estaba del otro lado de la sala,
así que no me pudo ver de inmediato. La luz de las velas iluminó a la criatura
más espantosa y terrorífica que haya visto en mi vida. Su olor era tan grotesco como el de un pozo séptico.
Su cabeza era ovalada en una manera
desproporcionada a su cuerpo delgado, sus dedos alargados y con garras. Se tardó
un pequeño rato para advertir mi
presencia. Se sorprendió al verme, se quedó mirándome fijamente con los ojos
grandes y negros, su boca era diminuta y parecía tener solo un agujero donde
debía estar la nariz. Aquella cosa espantosa no tenía miedo, lo sé, lo vi en su
mirada en esos ojos tan grandes como dos desagradables agujeros vacíos. Dio un
paso hacia mí, luego otro seguido de otro más. Me levanté del suelo, no dejaría
que se me acercara. Le pregunté quién era, no me contestó, solo sonrió con su
pequeña y diminuta boca y señaló con su dedo deforme hacia mí… Me quiere a mí
Laura. Corrí hacia las escaleras y las recorrí hasta la habitación sin pensar
en el cansancio, solo tenía la sensación de que estaba muy cerca de mí, en un
lugar donde podía alcanzarme. Cerré la puerta y esperé un rato con la esperanza
de que se cansaría y se iría. Pero no es así, porque tiene el poder para entrar
cuando le dé la gana, sólo se toma el tiempo para subir, para mover su cuerpo
deforme y tocar la otra manija.
He perdido las esperanzas de que estás cartas sean leídas
por alguien y estoy completamente segura de que no volveré a escribir. Las
horas transcurrieron conmigo en la oscuridad, encerrada en una habitación y con
la criatura en la puerta, allí parada esperando para entrar. Sé que fue él
quien le hizo algo a mi Brandy y sé que me hará algo a mí… Ya la manija se está
moviendo, y está es mi carta para decir adiós.
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